miércoles, 8 de junio de 2016

Arquitectura v. construcción

La diferencia entre arquitectura y construcción, si es que existe, ha sido comparada con la que se establece entre las obras de arte y de artesanía, o entre la obra de arte y el objeto utilitario o funcional. Según algunos teóricos, la diferencia residiría en un "plus" -ornamental, técnico- que la obra de arte poseía frente a la obra utilitaria. Estaría mejor hecha, con mejores materiales, y con decoraciones pintadas o esculpidas añadidas. Según esta concepción, la obra de arte desnudada de artificios y añadidos se reduciría a -se convertiría en, o volvería a ser- una obra artesana.

Otros teóricos consideran que esta definición es simplista. Se asemeja a la diferencia que el el Señor Jourdain, protagonista de la comedia el burgués gentilhombre de Molière, establece entre la prosa y la poesía. Ésta es prosa en verso, es decir es prosa artificiosa, esforzadamente compuesta. Piensan más bien que existe una diferencia esencial entre el arte y la artesanía, que no reside en un tipo de hacer ni en una mayor carga ornamental, sino en una manera distinta de expresarse que lleva a una visión distinta del mundo. La manera -pues se trata de maneras o formas distintas- de abordar un tema es tan distinto que lo que se cuenta no solo suena distinto sino que el propio contenido cambia. El alcance de la obra de arte, en este sentido, es más amplio y más agudo que el del objeto utilitario.

Podríamos pensar que existe otra clasificación o distintos en el campo arquitectónico. La diferencia entre una construcción y una obra de arquitectura residiría, no en la causa final (la finalidad), pues ambas tienen que ofrecer un techo, o un espacio de acogida al hombre -y ambas obras pueden y tienen que ser igualmente efectivas, y ofrecer un abrigo digno-, sino en lo que podríamos quizá nombra la causa formal: lo que el objeto es.
Una construcción no tiene sentido; literalmente no expresa ni denota nada. No quiere, no puede -ni tiene porque- decir nada. No alberga ningún contenido ni mensaje. No ofrece ningún punto de vista, ninguna revelación sobre el mundo. Cumple con la finalidad -cubre, protege, esconde- pero no media entre el hombre y el mundo. No constituye un lugar. Se puede ocupar, ciertamente, pero no es o no constituye el lugar en el que el hombre se asienta, se siente "bien". El abrigo que ofrece es temporal. El hombre no se ve viviendo para siempre en una construcción.
Una obra de arquitectura, en cambio, es una realidad y una promesa. Se trata de un espacio en el que confluye la tierra, el hombre y sus sueños. Es un lugar en el que se vive, pero también donde se sueña -con vivir para siempre. En y desde la obra de arquitectura se entiende y se acepta el mundo, se entiende que se trata del lugar donde uno tiene que residir. Una obra de arquitectura nos emplaza -al contrario que una construcción que ofrece un techo que cubre necesidades básicas, físicas, pero no espirituales.
La construcción cubre el cuerpo, la obra de arquitectura alberga el cuerpo y el espíritu. Se trata del único lugar donde se puede vivir plenamente, es decir, recordando la vida del pasado, viviendo (en) el presente, y aspirando a vivir en el futuro.
La obra de arquitectura habla. Es un lenguaje callado o silenciosa. En ésta es necesario estar a la escucha de lo que cuenta. La obra de arquitectura actúa como una caja de resonancia; al mismo tiemplo, permite que ideas o intuiciones confusas, una visión confusa o incompleta del mundo, de pronto se aclare y se enuncie nítidamente. Entendemos el mundo -o somos consciente que nunca lo entenderemos- desde la obra de arquitectura. Da que pensar. Es un pensamiento, una manera de percibir el mundo traducido en un espacio acotado.
Una construcción solo puede ser material. Una obra de arquitectura puede ser -o tiene que ser, quizá-, un sueño, un espacio imaginado: un lugar, real o soñado en el que uno querría estar para siempre, un lugar quizá inalcanzable pero que nos mantiene en vida por la promesa que ofrece de una vida plena.
La construcción no es un lugar. Solo cuando sentimos que hemos hallado nuestro lugar en la tierra, éste, físico o imaginado -pero sentido plenamente-, es una obra de arquitectura. De modo que el arquitecto "construye" sueños, en los que uno descubre qué significa vivir -y morir.  

2 comentarios:

  1. Vitruvio lo dejó muy bien detallado, aunque sus palabras han sido corrompidas una y otra vez: Vitruvio dejó escrito en su libro primero, capítulo tercero:
    "Partes ipsius architecturae sunt tres, aedificatio, gnomonice, machinatio"
    Tres son las partes de la arquitectura: edificación, gnomónica y mecánica.

    Se puede comprobar leyendo a Vitruvio como, la mal llamada "tríada vitruviana", solo se refiere a las características que deben poseer los edificios; siendo la edificación solo una de las ciencias que componen la verdadera tríada en la que Vitruvio desglosa la arquitectura.

    La mecánica y la gnomónica son ciencias abandonadas por los arquitectos actuales, pero se encuentran presentes en innumerables obras de la historia, desde las Pirámides de Egipto, el Panteón de Roma, el Pórtico de la Gloria de Compostela y la Catedral de Colonia.

    ¿Qué es arquitectura?
    Boceto para escépticos
    ¿Cuál es el objeto de esta antigua disciplina?
    http://eltablerodepiedra.blogspot.com.es/2009/03/que-es-arquitectura.html

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    1. Muchas gracias por el enlace a su blog.
      El comentario a Vitrubio es esclarecedor.
      Por lo que entiendo, la construcción, para Vitrubio, es la materialización del proyecto, que tiene que estar encauzada, guiada o controlada por las otras dos técnicas que pautan la edificación.
      No sé si la gnomótica era el arte de enderezar los muros o de controlar la verticalidad, y la mecánica el arte de calcular fuerzas y tensiones que podían poner en jaque la construcción, su verticalidad -y su entereza.
      Supongo que eran tres artes (técnicas) que, juntas permitían que la idea se materializara y que la forma resultante no desvirtuara a aquélla.
      Muchas gracias por el detallado comentario. Desconocía que las palabras de Vitrubio habían sido tan desvirtuadas.

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