El artista libanés, formado en el Reino Unido, Lawrence Abu Hamdan, es uno de los cuatro ganadores de la última convocatoria del Premio Turner de Arte Contemporáneo que el Museo Tate Britain de Londres otorga anualmente.
Músico, trabaja con sonidos callejeros, y compone obras que permiten intuir determinadas situaciones -conflictivas o no- a través de sonidos -captados en ocasiones a través de muros, y analizados por especialistas policiales.
Entre sus obras destaca una pieza sorprendente: una tupida moqueta para una nueva mezquita, Amir Shakib Arslan (2016), de FELF Architects, en el Líbano.
Dicha moqueta presenta un motivo anicónico, "abstracto": líneas zigzagueantes blancas sobre un fondo azul, que se asemejan a transcripciones de pulsaciones. La asociación no es gratuita ni inconsecuente. El artista grabó una lectura del Corán y plasmó el gráfico sonoro en un plano. Modificó algo la secuencia. Borró la frecuencia que correspondía a la lectura de la palabra Alá.
De este modo, nadie podría pisar a la divinidad (Dios "es" el Verbo, la palabra que lo designa), al mismo tiempo que anulada cualquier referencia verbal a la divinidad.
Ésta posee noventa y nueve nombres, conocidos, y uno último, el número cien, desconocido por los mortales; la enunciación de los noventa y nueve nombres de los atributos de la divinidad abre las puertas del paraíso del que la mezquita es la antesala.
La obra, sugerente, manifiesta, una vez más, la difícil relación entre la arquitectura y el arte contemporáneo, no sujeto a nada: la alfombra reduce visualmente el espacio de la mezquita y acapara todas las miradas, anulando el complejo juego espacial. La vista no se despega del suelo (aunque es cierto que en la oración musulmana el fiel baja la mirada cuando se arrodilla y se prosterna). Parece una obra en el lugar equivocado.
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