Una reciente exposición privada en París ha recordado que el pintor italiano Ceccotti vive todavía.
Discípulo de Kokoshka, sus cuadros miran más hacia Hooper, pero también a Magritte.
Vistas de interiores atestados de objetos banales, temporalmente deshabitados o abandonados (este pastel barato, exagerado, casi caricaturesco, a medio comer) -o por los que pasan o se aproximan sombras-, en la penumbra rota por la irrupción de un nítido rectángulo de luz proyectado, proveniente de una estancia a plena luz, en el que se encaja una alargada sombra humana encasquetada .
Cuadros que parecen viñetas de películas de misterio, pero cuyo mayor misterio lo causa la profusión de objetos desaparejados. Son estancias en las que el amontonamiento trata de suplir su carácter mortecino, desangelado.
Parecen más bien habitaciones de hotel o de pisos amueblados sin gusto o a disgusto de alquiler por días o semanas, en las que costaría verse viviendo en ellas. Retratos de la banalidad moderna de los espacios despersonalizados, de los que solo emana tristeza pese a los violentos contrastes lumínicos. En ocasiones, el propio color que tiñe la escena la aproxima a una pecera (donde solo cabe dar vueltas).
https://www.sergioceccotti.com/
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