El artista francés Max Coulon no se escuda en sutilidades: sus casas tienen pies, casi tan grandes como ellas, con los que deben de desplazarse como un elefante en una cacharrería.
Casas con pies, en vez de cimientos. Casas capaces de desaparecer.
Las casas suelen ser consideradas como espacios seguros. Las adaptamos a nuestras necesidades y nuestros gustos. Solemos encontrarnos a gusto en ellas. Forman parte de nuestro entorno. Lo delimitan y abren un espacio en el que nos recogemos -y acogemos a quienes permitimos que crucen el umbral. La casa es nuestro mundo interior.
Mas, un quiebro en la vida: una separación, un fallecimiento. O una intrusión . Y de pronto, la casa se nos vuelve extraña. La casa en la que vivíamos y convivíamos ya no está. Se nos ha ido. No reconocemos donde nos encontramos. Paredes y estancias vaciadas, huellas de cuadros retirados, camas que no se ocuparán más, armarios y alacenas donde la mitad de los útiles han sido retirados, y nos aparecen demasiado grandes.
Todo es demasiado grande. Pero es opresivo al mismo tiempo. La casa en la que creíamos que viviríamos siempre, que cambiaría con nosotros, se ha desvanecido. Y solo queda un lugar inhóspito y vagamente inquietante.
Las casas nos pueden rehuir. Huyen de nosotros, llevándose una parte de los recuerdos. No siempre abandonamos las casas. A menudo son las casas las que nos plantan. Y parten para no volver. Quedamos a la intemperie, seguramente no física pero sí emocionalmente.
La casa no tiene raíces ni apegos. Somos nosotros los que la dotamos de lo que nos inspira seguridad. Creemos que la casa es inmutable y nos protegerá y, de súbito, nos deja desvalidos, sin puntos de referencia.
Ya solo nos queda cerrar la puerta, dejando atrás una casa que no reconocemos, que nos ha dado la espalda.
Lo que más desasosiego causa es que otra persona la ocupará, sin que la casa emita objeción alguna. Ya solo la podremos contemplar de fuera. Ha dado un paso fatídico, excluyéndonos. Las casas no dan un paso en falso. Nosotros, siempre.
Un texto precioso.En cuanto a las casas con pies, quizá el artista se inspiró en la cabaña de Baba -Yagá ,que se sustentaba y giraba sobre patas de gallina
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