lunes, 13 de abril de 2015
FRANÇOIS-MARIE AROUET (VOLTAIRE, 1694-1778): LE FANATISME, OU MAHOMET LE PROPHÈTE (1736) (Fragmento)
MAHOMET
Il faut un nouveau culte, il faut de nouveaux fers ;
il faut un nouveau dieu pour l' aveugle univers.
En égypte Osiris, Zoroastre en Asie,
chez les crétois Minos, Numa dans l' Italie,
à des peuples sans moeurs, et sans culte, et sans rois,
donnèrent aisément d' insuffisantes lois.
Je viens après mille ans changer ces lois grossières :
j' apporte un joug plus noble aux nations entières :
j' abolis les faux dieux ; et mon culte épuré
de ma grandeur naissante est le premier degré.
Ne me reproche point de tromper ma patrie ;
je détruis sa faiblesse et son idolâtrie :
sous un roi, sous un dieu, je viens la réunir ;
et, pour la rendre illustre, il la faut asservir.
ZOPIRE
Voilà donc tes desseins ! C' est donc toi dont l' audace
de la terre à ton gré prétend changer la face !
Tu veux, en apportant le carnage et l' effroi,
commander aux humains de penser comme toi :
tu ravages le monde, et tu prétends l' instruire.
Ah ! Si par des erreurs il s' est laissé séduire,
si la nuit du mensonge a pu nous égarer,
par quels flambeaux affreux veux-tu nous éclairer ?
Quel droit as-tu reçu d' enseigner, de prédire,
de porter l' encensoir, et d' affecter l' empire ?
MAHOMET
Le droit qu' un esprit vaste, et ferme en ses desseins,
a sur l' esprit grossier des vulgaires humains.
(Acto II, escena 5: fragmento)
La tragedia en verso, en la que se enfrentan el guardián de la Meca, Zopire, y Mahomet, que asedia la ciudad, los cínicos discursos del Profeta, representan los que todo profeta -Voltaire no pensaba en el islam, precisamente, tenía una religión profética más cercana-, de cualquier religión, enuncia -sin creérselos-, para dominar a los humanos embrutecidos por las doctrinas.
viernes, 10 de abril de 2015
La destrucción del arte: Miguel Ángel (1475-1564), San Juan Bautista, 1498
El daño que sufrió la Pietá de Miguel Ángel, en los años setenta (1972) aún se recuerda. Un visitante enloquecido, creyéndose Jesucristo, atacó la estatua de mármol con una taladradora eléctrica. Fue detenido a tiempo no sin que lograse romper algunas miembros (el brazo de María, por ejemplo), y destruyese para siempre la nariz de la Virgen.
La obra estuvo en restauración durante años antes de volver a ser expuesta, en el mismo lugar, en una nave lateral de la basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, bajo una urna de cristal a prueba de balas. Nunca más se ha podido ver sin el turbador efecto del grueso vidrio blindado verdoso.
El daño, sin embargo, no es comparable al que sufrió otra escultura de Miguel Ángel: San Juan Bautista. Se trataba de una escultura de mármol de los años de juventud del artista,tallada el mismo año que la Piedad anteriormente citada. Tenía casi un metro y medio de altura. Representaba al santo como un niño de pie vestido con una piel de cordero. Apoyaba el pie izquierdo en un montículo rocoso, lo que arqueaba la pierna e inclinaba la cadera.
La escultura, adquirida por el emperador Carlos V, traída a España y ofrendada, formaba parte de un gran retablo barroco de madera dorada de Alonso Berruguete, en una iglesia de Úbeda. El altar mayor fue quemado durante la Guerra Civil española, en 1936, y la iglesia gótica incendiada. Pero antes, la escultura fue destruida a martillazos. Los restos, quemados.
Se recuperó el cuarenta por ciento de la escultura.
Durante setenta años han permanecido en un almacén.
Solo con nuevas técnicas representativas y reproductivas se ha podido moldear todas las partes destruidas e insertan los fragmentos recuperados y limpiados, en una operación que puede ser discutida, y que hoy se contempla en una exposición en el Museo del prado en Madrid
La restauración no es un problema.
Si la estatua fue reducida a polvo fue porque no fue percibida como una obra de arte sino como un fetiche, como el mismo santo encarnado. El atentado iba dirigido al santo, no a la obra; o a la obra en tanto que era el cuerpo carnal o material del santo invisible.
Pero lo que se destruyó -para siempre- fue una de las pocas estatuas que Miguel Ángel completó.
Ni siquiera un artista renacentista y manierista como Miguel Ángel supo imponer su obra. O quizá, lo logró en exceso: logró que el Santo se encarnara. y sufriera la condición humana. Acabar siendo polvo.
jueves, 9 de abril de 2015
El verdadero arquitecto del templo de Salomón: Asmodeo
Eva no fue la primera esposa de Adán, sino que Yahve modeló, simultáneamente, a Adán con barro, y a Lilit con residuos. Solo tras el nacimiento de su primer hijo, Asmodeus, y tras la negativa de Lilit de someterse a Adán y de residir en el limitado círculo del Paraiso, Yahvé formó a Eva de una costilla de Adán y se la entregó.
Pero ni siquiera es seguro que Lilit fuera la primera mujer del primer hombre, ya que la leyenda afirma que Adán se unió a la hermana del dios de los herreros, Tubal Caín -nieto o bisnieto de Adán, según la Biblioa canónica-, con quien engendró a Asmodeus (considerado también como hijo de la relación incestuosa entre Tubal Caín y su hermana).
Asmodeus -cuyo nombre podría significar El dios de la ira- acabaría uniéndose a su madre, Lilit. Juntos se convertirían en los dioses de los Infiernos.
Pero la actividad principal de Asmodeus aconteció en la tierra. Su relación con Tubal Caín no es caprichosa. Asmodeus, el primer hijo, ayudó a los humanos a ordenar el mundo, a hacerse con él y a adaptarlo a sus necesidades. Las artes de la geometría, el álgebra y las edilicias (o constructivas) fueron trasmitidas a los hombres por Asmodeus: desde entonces, supieron parcelar, orientar y construir. Las claves, sin embargo, estaban en manos de Asmodeus: tenía el don de levantar los tejados de las casas y desvelar los secretos familiares que los interiores escondían. Era el protector de los hogares, pero también quien ponía en evidencia las lacras de lo íntimo. Nació de la más íntima de las uniones, el incesto.
Tan familiarizado con las hogares estaba Asmodeus que cuando el rey Salomón recibió la orden de su padre David de construir el templo de Jerusalén -el primer templo, cuyo modelo Yavhé entregó a David-, buscó a los mejores arquitectos.
Salomón sabía que no podía utilizar hierro para unir los sillares. Quien hierro usa por el hierro muere. Las piedras tenían que encajar milagrosamente. Supo de los conocimientos de Asmodeus. Mandó a un emisario que hablara con él y le convenciera de ponerlos al servicio de la construcción del templo. Asmodeus aceptó. Conocía a un gusano mágico que era capaz de grabar en la piedra -es así como Moisés pudo inscribir los mandamientos en las tablas de la ley-, y de tallarlas, como si fuera un diamante, de tal modo que no hacía falta ningún elemento de unión entre ellas.
Salomón logró reducir a Asmodeus. Éste modeló, con agua y arcilla, ladrillos fundacionales, y obró con los sillares. Mas, cuando el templo fue construido, logró suplantar durante siglos a Salomón, a quien expulsó de la tierra. Solo con el paso de los siglos, logró Salomón volver a Jerusalén, poner en evidencia a Asmodeus, y enviarlo a los infiernos donde aun reina.
Esta leyenda hebrea, que se desarrolla tanto en el Libro de Tobías del Antiguo Testamento -Asmodeus es un demonio que, desde el interior de las casas, hace fracasar los matrimonios, matando a uno de los esposos- en libros apócrifos y en el Talmud, y que data de los primeros siglos de la edad cristiana, con desarrollos medievales, revela bien el imaginario arquitectónico antiguo. Construir conlleva un desafío: es la repetición de la creación. A través de las artes y, especialmente, de las artes edilicias, el ser humano se compara con los dioses. por eso, las artes y la arquitectura son tareas demoníacas que logran, en efecto, poner cota a la omnipotencia divina y desvelar que los poderes de la noche son necesarios junto con los de la luz.
Francisco Goya: Asmodea (en femenino) señalando sus logros -templos o palacios- en las alturas, 1820-23, Museo del Prado, Madrid
Pero ni siquiera es seguro que Lilit fuera la primera mujer del primer hombre, ya que la leyenda afirma que Adán se unió a la hermana del dios de los herreros, Tubal Caín -nieto o bisnieto de Adán, según la Biblioa canónica-, con quien engendró a Asmodeus (considerado también como hijo de la relación incestuosa entre Tubal Caín y su hermana).
Asmodeus -cuyo nombre podría significar El dios de la ira- acabaría uniéndose a su madre, Lilit. Juntos se convertirían en los dioses de los Infiernos.
Pero la actividad principal de Asmodeus aconteció en la tierra. Su relación con Tubal Caín no es caprichosa. Asmodeus, el primer hijo, ayudó a los humanos a ordenar el mundo, a hacerse con él y a adaptarlo a sus necesidades. Las artes de la geometría, el álgebra y las edilicias (o constructivas) fueron trasmitidas a los hombres por Asmodeus: desde entonces, supieron parcelar, orientar y construir. Las claves, sin embargo, estaban en manos de Asmodeus: tenía el don de levantar los tejados de las casas y desvelar los secretos familiares que los interiores escondían. Era el protector de los hogares, pero también quien ponía en evidencia las lacras de lo íntimo. Nació de la más íntima de las uniones, el incesto.
Tan familiarizado con las hogares estaba Asmodeus que cuando el rey Salomón recibió la orden de su padre David de construir el templo de Jerusalén -el primer templo, cuyo modelo Yavhé entregó a David-, buscó a los mejores arquitectos.
Salomón sabía que no podía utilizar hierro para unir los sillares. Quien hierro usa por el hierro muere. Las piedras tenían que encajar milagrosamente. Supo de los conocimientos de Asmodeus. Mandó a un emisario que hablara con él y le convenciera de ponerlos al servicio de la construcción del templo. Asmodeus aceptó. Conocía a un gusano mágico que era capaz de grabar en la piedra -es así como Moisés pudo inscribir los mandamientos en las tablas de la ley-, y de tallarlas, como si fuera un diamante, de tal modo que no hacía falta ningún elemento de unión entre ellas.
Salomón logró reducir a Asmodeus. Éste modeló, con agua y arcilla, ladrillos fundacionales, y obró con los sillares. Mas, cuando el templo fue construido, logró suplantar durante siglos a Salomón, a quien expulsó de la tierra. Solo con el paso de los siglos, logró Salomón volver a Jerusalén, poner en evidencia a Asmodeus, y enviarlo a los infiernos donde aun reina.
Esta leyenda hebrea, que se desarrolla tanto en el Libro de Tobías del Antiguo Testamento -Asmodeus es un demonio que, desde el interior de las casas, hace fracasar los matrimonios, matando a uno de los esposos- en libros apócrifos y en el Talmud, y que data de los primeros siglos de la edad cristiana, con desarrollos medievales, revela bien el imaginario arquitectónico antiguo. Construir conlleva un desafío: es la repetición de la creación. A través de las artes y, especialmente, de las artes edilicias, el ser humano se compara con los dioses. por eso, las artes y la arquitectura son tareas demoníacas que logran, en efecto, poner cota a la omnipotencia divina y desvelar que los poderes de la noche son necesarios junto con los de la luz.
Francisco Goya: Asmodea (en femenino) señalando sus logros -templos o palacios- en las alturas, 1820-23, Museo del Prado, Madrid
martes, 7 de abril de 2015
Arte y técnica en la Grecia antigua
La palabra arte tiene do acepciones: denomina un tipo de obrar así como el resultado de dicha acción (la obra de arte).
Arte proviene del latín ars. Nombra un procedimiento regulado. Acoge las artes mecánicas en las que prima el trabajo manual -siguiendo formas y fórmulas bien conocidas- y las artes liberales en las que el pensamiento y el cálculo son esenciales.
El latín ars es una traducción de -o una aproximación a- la palabra griega tejné. Ésta se traduce por creación así como por procreación. No se distinguía demasiado entre el trabajo del artesano produciendo un objeto -dotado mágicamente de vida- y la concepción de hijos, divinos o mortales.
La tejné era un tipo de proceder, que daba lugar a un ente animado. Incluía la poiesis y la mousiké. La primera, que significa, obra o hecho, denomina el fruto de un trabajo de un artesano o un "técnico" en pleno dominio de sus facultades intelectivas y manuales. La poiesis no se limitaba a la versificación de poemas, sino que englobaba a cualquier objeto, pensado y elaborado. La mousike, en cambio, era el trabajo conjunto de las Musas y del ser humano. Las Musas inspiraban -aportaban la idea o el contenido de la obra- mientras que el ser humano daba forma a unas ideas necesariamente novedosas e inesperados puesto que tenían un origen divino.
Esta concepción de las "artes musicales" -que incluía la poesía "inspirada"-, que Aristóteles defendía, no era aceptada por Platón, quien consideraba que la música era el fruto del trabajo exclusivo de las Musas, mientras que la participación de los hombres era mínima o nula, pues se limitaban a transcribir, casi mecánimamente, y sin saber qué hacían ni qué significaban las palabras inspiradas por las Musas, lo que aquéllas le dictaban.
La distinción entre poiesis y mousike se estableció seguramente en el siglo VII aC. Anteriormente, cualquier trabajo artesano implicaba, para dar frutos, la activa presencia de una fuerza sobrenatural.
Las artes musicales no eran artes para Platón, al menos no correspondían a la definición de arte imperante, ya que no requerían la participación activa y consciente del músico, el actor o del poeta. Pertenecían al mundo de la magia, al que, al menos en parte, pertenecía cualquier labor artesana arcaica, como ya hemos mencionado.
Sin embargo, en el Renacimiento, la música, según la definición platónica, empezó a ser considerada una obra artística paradigmática. Las artes inspiradas (por las Musas, o por el genio) eran productos (poesías, composiciones musicales, y, más tarde, a finales del siglo XVI, pinturas y dibujos) en los que el trabajo consciente del ser humano era mínimo. En la obra inspirada brillaba la idea, el concepto o el contenido, siendo la forma, por el contrario -la forma que dependía del trabajo humano-, secundaria, irrelevante incluso a la hora de valorar o enjuiciar una creación artística. Pese a deficiencias de la forma, una obra inspirada destacaba muy por encima de una creación correcta, aplicada, pero sin brillo, el brillo que las fuerzas que inspiraban otorgaban.
Pese al descrédito de la inspiración, cuya valoración nunca fue tan alto como durante el Romanticismo, la concepción occidental del arte, aun sigue este esquema y el artista sigue siendo un ideador o planificacdor, que delega la producción material de su obra a técnicos, artesanos o incluso al público.
Arte proviene del latín ars. Nombra un procedimiento regulado. Acoge las artes mecánicas en las que prima el trabajo manual -siguiendo formas y fórmulas bien conocidas- y las artes liberales en las que el pensamiento y el cálculo son esenciales.
El latín ars es una traducción de -o una aproximación a- la palabra griega tejné. Ésta se traduce por creación así como por procreación. No se distinguía demasiado entre el trabajo del artesano produciendo un objeto -dotado mágicamente de vida- y la concepción de hijos, divinos o mortales.
La tejné era un tipo de proceder, que daba lugar a un ente animado. Incluía la poiesis y la mousiké. La primera, que significa, obra o hecho, denomina el fruto de un trabajo de un artesano o un "técnico" en pleno dominio de sus facultades intelectivas y manuales. La poiesis no se limitaba a la versificación de poemas, sino que englobaba a cualquier objeto, pensado y elaborado. La mousike, en cambio, era el trabajo conjunto de las Musas y del ser humano. Las Musas inspiraban -aportaban la idea o el contenido de la obra- mientras que el ser humano daba forma a unas ideas necesariamente novedosas e inesperados puesto que tenían un origen divino.
Esta concepción de las "artes musicales" -que incluía la poesía "inspirada"-, que Aristóteles defendía, no era aceptada por Platón, quien consideraba que la música era el fruto del trabajo exclusivo de las Musas, mientras que la participación de los hombres era mínima o nula, pues se limitaban a transcribir, casi mecánimamente, y sin saber qué hacían ni qué significaban las palabras inspiradas por las Musas, lo que aquéllas le dictaban.
La distinción entre poiesis y mousike se estableció seguramente en el siglo VII aC. Anteriormente, cualquier trabajo artesano implicaba, para dar frutos, la activa presencia de una fuerza sobrenatural.
Las artes musicales no eran artes para Platón, al menos no correspondían a la definición de arte imperante, ya que no requerían la participación activa y consciente del músico, el actor o del poeta. Pertenecían al mundo de la magia, al que, al menos en parte, pertenecía cualquier labor artesana arcaica, como ya hemos mencionado.
Sin embargo, en el Renacimiento, la música, según la definición platónica, empezó a ser considerada una obra artística paradigmática. Las artes inspiradas (por las Musas, o por el genio) eran productos (poesías, composiciones musicales, y, más tarde, a finales del siglo XVI, pinturas y dibujos) en los que el trabajo consciente del ser humano era mínimo. En la obra inspirada brillaba la idea, el concepto o el contenido, siendo la forma, por el contrario -la forma que dependía del trabajo humano-, secundaria, irrelevante incluso a la hora de valorar o enjuiciar una creación artística. Pese a deficiencias de la forma, una obra inspirada destacaba muy por encima de una creación correcta, aplicada, pero sin brillo, el brillo que las fuerzas que inspiraban otorgaban.
Pese al descrédito de la inspiración, cuya valoración nunca fue tan alto como durante el Romanticismo, la concepción occidental del arte, aun sigue este esquema y el artista sigue siendo un ideador o planificacdor, que delega la producción material de su obra a técnicos, artesanos o incluso al público.
lunes, 6 de abril de 2015
Mari (Siria): Palacio real y ciudad (culturas sumeria y neo-sumeria, III-II milenios aC)
El yacimiento arqueológico de Tell Hariri (Siria), cabe el río Éufrates, no lejos de la frontera siro-iraquí, situado en una planicie desértica, corresponde a la antigua ciudad de Mari, fundada en el cuatro milenio aC, capital de un reino que controlaba el tránsito fluvial de mercancías entre el norte y el sur de Mesopotamia, muy marcada por la cultura sumeria y neo-sumeria sureña.
El yacimiento, excavado desde la primera mitad del siglo XX, posee los restos del mayor palacio mesopotámico conocido. En éstos, destaca la parte central, con muros que se conservan hasta la altura del techo. Esta zona -protegida por un techo moderno-, a la que se accede a través de una rampa, parecen corresponder a una planta sótano; pero, en verdad, pertenecen al palacio, tal como existía en el cuatro milenio, antes del ser destruido y reconstruido sobre las ruinas del nivel anterior. Los muros del palacio del cuatro milenio aC se conservaron porque se utilizaron como cimientos del último palacio que fue arrasado por el naciente poder de Babilonia a principios del tercer milenio aC.
El yacimiento ha quedado fuertemente dañado recientemente por la guerra civil que se libra en Siria. Toda la fértil franja del Éufrates estaría prácticamente desconectada de Damasco, asediada por los rebeldes y ahora por el Ejército Islámico, bombardeado por las fuerzas del régimen sirio. Pillajes han contribuido a los daños.
Estas filmaciones caseras se realizaron poco antes del inicio de la guerra civil, en noviembre de 2010. Son filmaciones muy simples pero inéditas, y es posible que hoy documenten un yacimiento saqueado e irrecuperable, según reconocen los responsables de las excavaciones franco-sirias que prosiguieron hasta 2010.
Filmaciones de Pedro Azara & Marc Marín, Mari (Siria), Noviembre de 2010
domingo, 5 de abril de 2015
HOLLY HERNDON (1980): HOME (2014)
Sobre esta cantante norteamericana -que actuará próximamente en Nueva York-, véase su página web
La canción está dedicada al control de los hogares que realiza la Agencia Norteamericana de Seguridad a través de internet.
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