lunes, 6 de enero de 2020

LOPE DE VEGA (1562-1635): DE NINO Y SEMIRAMIS (RIMAS, CDXXXVII, 1602)

Semiramis fue una legendaria reina de Babilonia, ciudad que habría fundado. Esta figura, quizá basada en una reina neo-asiria que sí existió en el siglo IX aC, fue tratada primeramente por el historiador griego Herodoto (s. VI aC), y retomada por diversos autores -novelistas e historiadores- helenísticos y romanos, desde quizá el novelista pastoril Longo hasta el historiador o mitógrafo Diódoro Sículo.
Se trata de un personaje central en el descubrimiento o redescubrimiento del imaginario mesopotámico en Occidente. Sobre ella pivota el temprano conocimiento de una cultura perdida, que completa lo que la Biblia -que ofrece una imagen negativa de los imperios de Babilonia y de Asiria- narra, y que, al igual que la Biblia, incide en la fascinación y el rechazo occidental por el mundo oriental, quizá desde la invasión persa de Grecia y la destrucción de Atenas.

Varias tragedias manieristas y barrocas, de Calderón de la Barca (La hija del aire), por ejemplo, estuvieron dedicadas a esta figura, central también en innumerables óperas barrocas. La tragedia que Voltaire, ya en el siglo XVIII, le dedicó, acabó por imponer a esta reina, encarnación de la desmesura y depravación orientales, que tanto han afectado a la visión o el juicio occidental de la cultura mesopotámica.
La trama mítica o novelesca recoge las andanzas de una ambiciosa mujer, esposa de un general del emperador asirio Nino -quizá basado en una figura histórica- que reinaba en Nínive, que acabaría abandonando y denunciando a su esposo, antes de seducir, primeramente al emperador, y luego al hijo que tuvieron juntos, cometiendo incesto. Tras desembarazarse de las sombras de los varones relacionados con ella, se convertiría en emperatriz, fundaría o embellecería Babilonia, proyectaría los míticos jardines colgantes (que nunca existieron), y ampliaría el imperio tras conquistar la India y Egipto, antes de ascender a los cielos, convertida en paloma (el emblema de Afrodita) 
Pasaría en el imaginario occidental como el prototipo de la ambición desmesurada, de la falta de principios, y del lujo y la lujuria desenfrenados, una imagen, que la opera cultivó  y trasmitió -la opera era un arte particularmente adecuado para retratar una vida embriagada- que aún hoy pervive.

Un poema de Lope de Vega, en sus Rimas, da cuenta de la fascinación, mezclada con la repulsión, que Semiramis ha suscitado: 


De Nino y Semíramis

Soneto 187
   Al rey Nino, Semíramis famosa 
por último pidió de tantos dones
el cetro, que tan bárbaras naciones
redujo a paz y a sujeción forzosa.

   Rendida pues la mano victoriosa
a la lasciva, humillan sus blasones
los capitanes, y entre mil pendones
corona de laurel su frente hermosa.

   «Pasadle el pecho, dijo, pues ya reino,
con una flecha de una persa aljaba,
que no quiere el gobierno compañía».

   Perdiendo Nino, en fin, vida, honor, reino,
dijo muriendo: «Justamente acaba
con muerte vil quien de mujer se fía».

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