Una vez que el fundador, al fallecer, dejó de aportar dinero, la Fundación Tàpies, en Barcelona, a dos velas, está permanentemente a punto de cerrar.
Tras las drásticas disminuciones de las aportaciones públicas, y de las visitas turísticas -debido a cambios en el tipo de turistas y por motivos políticos-, cuyas entradas mantenían el centro, la Fundación Miró, tras el despido de una parte importante del personal, está también apagándose.
El Museo Nacional de Arte Catalán (MNAC), enteramente público, apenas dispone de fondos para pagar nóminas, seguridad y calefacción.
El Museo Arqueológico de Cataluña, también financiado públicamente, está, desde hace años, bajo la amenaza de cierre, uniendo sus colecciones al Museo de Etnología -apenas visitado- y a las del Museo de Tradiciones Populares -quizá cerrado.
El Museo de Las Culturas del Mundo recibe, los días de más visitas, apenas una decena de personas, que recorren salas sin nadie.
El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona se asemeja a cualquier museo de arte contemporáneo internacional, como el museo de Los Ángeles, por ejemplo, con la diferencia que apenas recibe visitas y que sus colecciones no son públicas sino que pertenecen a un consorcio privado que en cualquier momento puede retirar las obras que ha adquirido. El museo público casi mantiene una colección privada.
El Ayuntamiento de Barcelona ha rechazado una sucursal privada del museo del Hermitage de San Petersburgo, temiendo que las colecciones y las exposiciones no se enraícen en la singularidad cultural de Barcelona. Su rechazo debería beneficiar a los museos ya existentes. ¿Cómo y en qué? Un nuevo museo privado ¿arruinaría unas "ruinas"?
El maravilloso Museo de Arte de Gerona, público, admirablemente dirigido, se cae. Y nadie ha amenazado con una "franquicia".
Tarragona posee restos romanos que son patrimonio de la humanidad. Las ruinas están cerradas. Su visita es peligrosa por falta de mantenimiento. El Museo Nacional de Arqueología de Tarragona, con una de las mejores colecciones de España, exponía obras sobre estanterías que cubrían radiadores, como en un museo de un país del este en los años cincuenta.
Y tampoco El Hermitage asedia Tarragona.
Mientras, cuesta creer que los mejores museos del área metropolitana, y unos de los mejores museos de Europa, desconocidos mayoritariamente (pero visitados internacionalmente), como el Museo Arqueológico de Badalona y el Museo de las Minas de Gavá (junto con el excepcional museo del yacimiento romano de Montmeló-Montornés del Vallés) fueren a sufrir de una modesta instalación museística del Hermitage en el puerto de Barcelona.
miércoles, 29 de enero de 2020
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Que razón tienes PEdro. El pasado verano intenté visitar la impresionante necrópolis y el museo arqueológico de Tarragaona con mis hijos (yo crecí allí, y la necrópolis, a 100 m de mi casa, era un viaje en el tiempo. Pues bien, está en un estado lamentable. No se valoran los restos romanos de Tarragona que era una de las ciudades más importantes del imperio. No hay mantenimiento alguno en sus edificios. Los niños quedaron impresionados, por la magnitud de la necrópolis y por lo poco que se exponia en ella. Parecía un museo soviético. Las instalaciones las inauguró el franquismo y siguen igual.
ResponderEliminarveo que te lo has pasado bomba en Grecia. Igual vamos el mes que viene, intentarermos visitar Tirinto, que está cerca de Atenas, Pilos debe caer más lejos.
La situación de las ruinas romanas de Tarragona es preocupante por la falta de inversiones, aunque por fin se rehabilita el museo que se hallaba en un estado lamentable, sin aire acondicionado -era imposible visitarlo (y trabajar en él) en el estío- y con obras que se encontraban hasta encima de estanterías sobre radiadores. La suciedad, el pésimo estado de las obras era sorprendente.
EliminarHoy, el museo se restaura. Pero no tiene fondos para emprender ninguna actividad.
Pero hablemos de temas más alegres. El viaje a Troya ha sido una hermosa experiencia, por yacimientos muy bien conservados y explicados y por nuevos pequeños museos excelentes, bien documentados, sin apenas visitantes, dada la época.
Tirinto está muy cerca de Atenas. Pilos, en cambio, se halla a unas tres horas y media por carretera, pero el desplazamiento vale la pena ya que incluso el pequeño pueblo moderno de Pilos tiene encanto (en invierno).
¡Muy buen viaje!