En una época, la nuestra, que no dejará ruinas -las máquinas se encargan de impedirlo- sino edificios arruinados, o avejentados, apergaminados -el vidrio se ensucia y pierde brillo, pero no envejece, y el hormigón enmohece., quizá sea útil tener presente esta sorprendente y célebre lectura de las ruinas romanas de Mérida, percibidas a partir de la visión de Mérida a finales del siglo XV, en la que las capas se superponen sin dejar de ser visibles, por el primer gran humanista español, formado en Bolonia, Antonio Nebrija -conocido por ser el redactor de la primera gramática española-. Un eco moral envuelve inevitablemente las ruinas del pasado: la ruina arquitectónica remite a la vida humana que se apaga, pese a todas las tentativas de vanagloria:
"Todo se muda con el tiempo y perece con los años. ¿Qué estabilidad
tienen las cosas humanas? Aquí donde está ahora Mérida estuvo en otro tiempo la
famosa Emérita, que dio Augusto en premio a sus soldados para que la poblaran.
Estas despedazadas moles que ves y estos cimientos en que ha
desaparecido la argamasa, mas no la forma circular, eran el anfiteatro donde el
pueblo y el Senado presenciaban las luchas de los gladiadores.
Aquí donde está ahora el podio y las gradas y las tribunas
estuvo en otro tiempo la escena conocida de trágicos y cómicos, donde se
representaban las farsas del teatro.
Aquí donde se alza este pórtico con sus altas columnas,
corroídas y desgastadas por las inclemencias del tiempo, estuvo el palacio de
la Curia, donde el Senado daba leyes a la plebe y le comunicaba sus mandatos.
Aquí donde está ahora el circo, con su suelo de mosaico, en
esos dos estadios que ves y en esa naumaquia, se celebraban los juegos
circenses, curules [juegos organizados exclusivamente por los curules, unos ediles o funcionarios públicos encargados de juegos y de resolver conflictos con el comercio, cumpliendo las órdenes de un pretor, un magistrado encargado de la justicia] y navales.
Ese gran arco que se alza en medio de la ciudad y que el
pueblo llama sin fundamento arco de triunfo, fue en otro tiempo el monumento de
un ilustre ciudadano, pero los años borraron su nombre, su patria y su linaje.”
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