Matthew Simmonds es un escultor inglés (escocés), especialista en arquitectura medieval, conocido por pequeñas maquetas, representando fragmentos de interiores de edificios antiguos existentes, greco-latinos, góticos y árabes, , siempre excavados en bloques de mármol blanco, con suficiente aperturas que permiten que la luz penetre en el interior y juegue con las columnas talladas.
Entre sus últimas esculturas, destacan unas pocas que representan gabinetes de curiosidades: pequeños nichos con obras de culturas y épocas diversas, entre las que destacan estatuas de orantes sumerios, una de las escasas representaciones modernas de este tipo de figuras que no siempre aparecen en los estudios sobre la historia del arte.
Sus maquetas están más cerca de las iglesias excavadas en la tierra, de Lalibela, en Etiopía, o en Turquía, que de una iglesia convencional. Los templos, fragmentados o no, no se alzan sobre la tierra, sino que están dentro de ésta. Podrían ser ruinas sepultadas -por su ubicación y su fragmentación- pero son obras que no han sufrido.
Son construcciones insólitas, que solo poseen un espacio, una imagen interior, como si les hubiera dado la vuelta y exhibieran sus interioridades. No tienen fachadas. El exterior es la piedra devastada pero bruta. Se asemejan a nidos, a cobijos, cuidados y luminosos, a catacumbas (libres de connotaciones funerarias), a cuevas abiertas por la mano del hombre, a espacios mágicos -reales, e imposibles, sin embargo, a la vez- que se descubren a medida que uno se adentra en la tierra. Son interiores sepultados, ganados por el avance de la materia, en los que la brutalidad o naturalidad de la piedra acoge en su interior a la obra humana, permitiendo la armoniosa cohabitación de ambos mundos. Frágiles obras a merced de la materia opaca.
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