La sombra del arquitecto deconstructivista Peter Eisenman es larga.
Su discípulo, el arquitecto James McCrery (1965), está a la altura de su maestro, autor del ligero y delicado cultural que corona, desde las alturas, la ciudad de Santiago de Compostela.
Tras haber proyectado, entre otras catedrales católicas, el moderno templo de de Knoxville, este arquitecto, profesor de una escuela católica de arquitectura (o de una escuela de arquitectura católica, no queda claro), inicia ahora las obras del moderno salón de baile rococó de la Casa Blanca bajo la experta mirada del gran arquitecto, el presidente de los Estados Unidos, una obra que rivaliza en gusto y adecuación con los tiempos con la erección de la Sagrada Familia en Barcelona, cuyas obras deberían estar en sus manos. En ambos edificios los fieles podrán comulgar con su dios.
Los dioses siempre son arquitectos.
Amén
Agradecimientos a la diseñadora gráfica y profesora Judit Gabriel




















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