viernes, 21 de noviembre de 2025

Mosul



Llegada a Mosul en un convoi militar







Mezquita de al Nuri, enteramente reconstruida









Casco histórico parcialmente superviviente de la destrucción por el ISIS









Iglesia cristiana de Santo Tomás,  del siglo VIII, enteramente reconstruida











Frente histórico del rio en reconstrucción tras la total devastación por el ISIS


















Diversas vistas del frente moderno del río menos dañado 

Fotos: Tocho, noviembre de 2025


Con dos millones y medio de habitantes, la ciudad de Mosul era, hasta 2014, la segunda más poblada de Iraq, y la urbe cristiana más importante del Próximo Oriente y una de las más relevantes del mundo.

La toma de la ciudad por parte del Estado Islámico, debido a la huida del ejército iraquí que protegía la ciudad, fue, durante los primeros días, celebrada por una parte de la población, que había sufrido los asesinatos y gaseamientos del régimen de Saddam Hussein, y el desinterés o la hostilidad del nuevo gobierno de Iraq. A poco, la crueldad inenarrable del Estado Islámico- violaciones, asesinatos, ejecuciones, torturas- impuso un estado de terror del que una gran parte de la población superviviente trató desesperadamente de escapar -quien era arrestado…-. Solo quedaron trescientas mil personas, muchas imposibilitadas de huir. Una parte de la población se enclaustró y se escondió hasta que, en 2017, tras una devastadora batalla, el ejército iraquí y/o kurdo -según las versiones- recuperó el control de la ciudad. Desde entonces, células durmientes del Estado Islámico relampaguean de tanto en tanto. De ahí, el cuidado que se tiene que tener al caminar por la ciudad.

Lo que el ejército halló superaba todo lo imaginable: habitantes famélicos, mujeres enlutadas cuyos velos escondían historias atroces, cadáveres por doquier, y una ciudad minada, cuyo centro histórico había quedado reducido a escombros -que escondían minas antipersonas-, y monumentos como una de las mezquitas más antiguas del mundo islámico, destruida, así como las iglesias cristianas (ortodoxas), demolidas, porque ambos tipos de santuarios contenían tumbas y lápidas que daban lugar a peregrinajes y un culto a un ser humano -vetado en la versión extremista sunita promovida por el Estado Islámico, y algunos países o monarquías en el Próximo Oriente, en ocasiones favorecidas por algunos países europeos, y potencias mundiales.

La vida ha vuelto en la parte nueva de la ciudad. Los puentes se han reconstruido. Mosul es hoy una ciudad de la luz, al igual que Bagdad. El casco antiguo sigue cerrado, sin embargo, y la parte más devastada, cabe el río, ha sido desminada y liberada de escombro, mas sometida hoy al peligro de una construcción desaforada y especulativa, sin ningún plan general, teniendo como modelo ciudades de los Emiratos.

La reconstrucción del minarete y de la mezquita -la primera reconstrucción emprendida, concluida desde hace un par de meses- dio lugar a debates. Mosul no era una ciudad musulmana, sino cristiana -se han rehabilitado las dos principales iglesias desde entonces, entre las que destaca el santuario de Santo Tomás, en uno de cuyos pilares se halló un relicario con los supuestos restos del apóstol Tomas, el patrón de los arquitectos en Occidente-, y, sobre todo, cabía preguntarse si eran santuarios, ciertamente hitos identitarios, símbolos de barrios o de comunidades,  rehabilitados, lo que más convenían, ante la evidencia y la extensión de la destrucción de las infraestructuras y de las viviendas. Centros comerciales, promotores de marcas de gran lujo, sustituyen a antiguas construcciones en piedra, y la ausencia de transporte público en favor de una red de vías rápidas elevadas, al igual que en Bagdad, desdibujan una ciudad ya mutilada por el terrorismo.

Queda la duda de si estas reticencias ante los planes de rehabilitación de la ciudad tienen sentido o fuerza ante la renovada vitalidad de la ciudad, al menos en apariencia. Mosul, o sus gobernantes, tratan de olvidar o de hacer olvidar un pasado siniestro a través del urbanismo y la construcción modernos salvajes, como ocurre en tantas ciudades. Al menos, en Mosul, queda la duda de si el pasado inmediato, que solo suscita imágenes horrísonas, merece ser rememorado -si bien una nueva modalidad de horror (estético y ético), en apariencia mas luminosa pero despiadada, podría desfigurar para siempre una ciudad milenaria que, hasta los años ochenta, era un modelo de convivencia, con un tejido urbano que combinaba luces y sombras de la planificación clásica e islámica.

 Las dudas y los temores, junto con la esperanza, se entretejen cuando uno recorre a pie las calles y el frente del río de Mosul.



Minarete inclinado de la mezquita de al Nuri, enteramente reconstruido tras haber sido destruido con dinamita por el ISIS



Mosul renovada, iluminada, de noche


Filmaciones: Tocho

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