sábado, 18 de abril de 2015
Arquitectura: original y copia (a propósito de la exposición Ciudades copiadas, Centro Fabra i Coats, Barcelona, 2015) -o Asterix y Obelix y la Residencia de los Dioses
After Landscape. Ciutats Copiades from Barcelona Cultura on Vimeo.
La exposición Ciudades Copiadas (Centro de creación Fabra i Coats, Barcelona, hasta el mes de mayo de 2015) parte del presupuesto que la copia o réplica de edificios, barrios o ciudades enteros, casi siempre "históricos" y "turísticos" o pintorescos, en lugares o ciudades muy alejados, y que nada tienen que ver con las culturas plagiadas, es un fenómeno contemporáneo: así, una parte de París o de Venecia ha sido replicada en las Vegas o en ciudades chinas. El fenómeno sería al mismo tiempo general y nuevo.
Cabe preguntarse si es totalmente cierto.
¿No existen ejemplos de procedimientos parecidos antes del siglo XXI, especialmente en el mundo antiguo? ¿Tienen el mismo significado? Toda copia ¿conlleva un mismo mensaje, o es fruto de una misma intención?
Cuando los dioses crearon a los hombres les concedieron la capacidad de obrar como ellos.
En la mayoría de las culturas antiguas -China, India, Mesopotamia, Egipto, Mayas, etc.- nos encontramos con edificios -templos casi siempre- prácticamente indistinguibles. Existía una razón: su construcción respondía a una orden y un modelo sobrenatural. Imitar, con tantos ejemplares fuera posible, un prototipo no era una prueba de limitada imaginación sino una rendida muestra de admiración hacia la creación divina. Así, aun cuando, hoy, apenas se mantienen en pie tres o cuatro zigurats, cada ciudad mesopotámica, a partir de finales del tercer milenio aC, hasta el cristianismo, poseía, en su centro, o en el centro del templo dedicado a la divinidad protectora de l ciudad, una réplica de la montaña sagrada donde moraban los dioses o donde atracó el arca cuando el diluvio, lo que permitió la repoblación de la tierra: un zigurat. Las pirámides egipcias o mayas, pese a tener significaciones o funciones distintas, se parecen en que responden a un mismo objetivo: reproducir en el seno de comunidades hitos naturales que aseguran la vida en la tierra: el primer montículo de adobe emergiendo de las aguas del Nilo cuando los inicios del cosmos, o la montaña de maíz creada por el dios supremo, de la que emanarían todos los bienes de la tierra.
La aparición de imperios, dominando regiones y culturas lejanas y distintas, exigió la fundación de capitales de provincia y la institución de gobernadores; por ejemplo en el imperio neo-asirio, a principios del primer milenio aC. En estos casos, era necesario imponer unos modelos culturales uniformes a fin de someter poblaciones que no compartían los valores de la capital imperial. Es así como templos y palacios idénticos, réplicas de modelos capitalinos imperiales, se levantaron hasta en las ciudades fronterizas más alejadas de la capital. Réplicas de la ciudad de Assur se construyeron por todo el territorio del imperio neo-asirio. La copia, en este caso, cumplía una función ideológica muy distinta a la de las copias sumerias o egipcias antes mencionadas.
Este fenómeno se agudizó con el imperio helenístico (o macedonio) que cubría tierras que se extendían desde Grecia hasta la India, desde el norte de Grecia hasta las cataratas al sur de Egipto. Un sin fin de ciudades, llamadas Alejandría fueron fundadas tanto para controlar territorios desconocidos cuanto para divulgar -más que imponer- modelos cultuales y culturales tardo-griegos (o helenísticos). La copia, no solo de templos o de palacios, sino de ciudades enteras, no siempre adaptadas al clima o las peculiaridades culturales de cada región, era debida a la creencia en la superioridad de la cultura griega, o en su capacidad para fundirse con culturas locales para elevarlas.
Roma tomó cuidada nota de los modelos alejandrinos. Por todo el imperio romano, desde Hispania hasta casi Afganistan, y desde Germania hasta Mauritania, se fundaron ciudades idénticas, dotadas de los mismos monumentos públicos, religiosos o profanos, y privados -teatros, anfiteatros, termas, etc.-, con unos mismos sistemas urbanísticos -que primaban los ejes., el cardo y el decumano, y los espacios públicos como los foros imperiales-. La razón era simple. Roma era la ciudad perfecta, fundada, en la era de Saturno, por Rómulo y Remo. Toda ciudad, pues, en tanto que aspiraba a la perfección y la eternidad, tenía que ser una reproducción de la capital. Por otra parte, era importante que ejércitos y ciudadanos se sintieran siempre como en casa, que no tuvieran la nostalgia de Roma. El paisaje urbano, entonces, tenía que ser siempre el mismo. Apenas leves modificaciones, en ocasiones, adaptaron formas y maneras de urbanizar a las peculiaridades geográficas y climáticas de las regiones conquistadas.
Un caso singular lo constituye la Villa Adriana. Consiste en una amalgama de copias de monumentos de distintas culturas dominadas por el imperio romano. Egipto, Oriente y Grecia se encontraron cerca de Roma, Réplicas perfectas, fuera de contexto, y vaciadas de significados, fueron levantadas en la villa del emperador Adriano que, a través de estas copias, manifestaba su admiración por culturas no romanas y el deseo de estar siempre en otro lugar, en el fondo, de olvidar Roma.
Las invasiones árabes siguieron con el modelo de implantación helenística y romana. ¿En qué se distingue Medina al-Azahara, cerca de Córdoba, de Samarra, en lo que hoy es Iraq, o de cualquier ciudad de Afganistan? En nada: un mismo modelo, unas mismas construcciones, unos mismos anhelos o deseos, una misma ideología cobró forma y escogió unas mismas formas para expresar una comunidad de culto y de cultura. El islam superaba a cualquier religión y cualquier visión del mundo anterior. ¿Para qué, entonces, construir ciudades distintas que debieran manifestar el mismo homenaje, la misma sumisión al dios supremo?
Los procesos coloniales modernos, hispanos en los siglos XVI y XVII en Iberoamérica, e ingleses, en Asia, siguieron con una manera de proyectar y construir parecida. Modelos de edificios y de ciudades, en general adaptados a geografías, climas, culturas y costumbres determinados, se levantaron en lugares lejanos que apenas tenían cualquier parecido con los anteriores. Eso no fue óbice para que se repitiera una misma manera de hacer en la India y en Inglaterra, en los Andes y en Extremadura, en Cataluña y en Cuba. Se trataba, en estos casos, de manifestar la superioridad de la cultura colonizadora y de asegurar a los colonos que no se sentirían en tierra extraña. Al mismo tiempo, se buscaba el desarraigo de las poblaciones "nativas" o "autóctonas" a fin que, perdidas sus referencias, pudieran ser dominadas más fácilmente.
La exposición incluye fotografías de viviendas contemporáneas anónimas idénticas en diversas partes del mundo. El efecto es chocante mas, ¿la historia de la arquitectura no se construye a partir de la divulgación de modelos en lugares muy alejados de dónde se construyeron por vez primera? Desde las mansiones romanas, siempre idénticas, en Occidente y Oriente, hasta la cansina repetición de rascacielos, implantados, siempre idénticos, en cualquier ciudad, de Mies van der Rohe, pasando por las villas neo-palladianas en el Reino Unido y en los Estados Unidos, calcos de las que Palladio creó en Italia.
Los tratados de arquitectura, a partir de mediados del siglo XVI, como por ejemplo los Cinco libros de Arquitectura de Palladio, no tenían otra finalidad que divulgar modelos arquitectónicos que podían ser replicados, como así ocurrió, en cualquier parte. Una vez alcanzada la perfección, o así pensaban los autores de los tratados, ésta se reproducía independientemente de las características del lugar. La historia de la arquitectura es la historia de la fascinación de modelos, en el sentido literal de la palabra: prototipos -perfectos o ideales- concebidos para ser plasmados en tantas copias o materializaciones cuantas fueran necesarias, prototipos de los que, a través de planos y descripciones, se proporcionaban todas las claves para ser edificados sin problemas.
Las villas neo-palladianas eran sueños materializados. ¿Qué otra cosa son, banales, absurdos o rídiculos o no, la multiplicación de unas mismas viviendas por todo el mundo?
La copia, en arquitectura, ¿es realmente un fenómeno contemporáneo?
Por cierto, ¿desde cuándo el nombre del comisario de una exposición aparece como parte del título de la muestra? Ni Brad Pitt, reconstruyendo un barrio de Nueva Orleans devastado por el huracán Katrina, se había atrevido a tanto.
Tiempos modernos.
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