El estudio de arquitectura de Gropius, TAC, que proyectó y construía desde finales de los años 50 la universidad de Bagdad, recibió en 1980 el encargo del gobierno iraquí de proyectar un nuevo barrio residencial y económico, muy distinto de la laberíntica trama urbanística del centro administrativo otomano de la ciudad, que convertiría a Bagdad en la capital de la organización de los países no alineados, una alternativa al Pacto de Varsovia y del Tratado Atlántico, liderados por la Unión Soviética y los Estados Unidos Norteamericanos.
TAC realizó todo el proyecto urbanístico y escogió al estudio de Venturi, Scott Brown y Rauch para proyectar y construir un gran bloque de viviendas que sirviera al mismo tiempo de modelo para las nuevas construcciones, un modelo que se pudiera replicar atendiendo al distinto tamaño y orientación de los solares.
La guerra entre Irán e Iraq, y la condición de judío de Venturi impidieron que éste pudiera dirigir o supervisar la obra. De hecho, nunca supo que su proyecto se construyó.
En Bagdad se pensaba que los bloques del barrio alrededor del eje de la calle Khulafa, eran obra de TAC.
Fue la arquitecta y profesora de Proyectos y Teoría de la Arquitectura del Departamento de Arquitectura en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Bagdad, quien, en 2007, en plena guerra civil, viendo los planos y perspectivas del proyecto enviados por el estudio de Venturi, Scott Brown y Rauch para una exposición en Barcelona y Madrid en la que participaba como asesora, y tras una laboriosa búsqueda, dificultada por la destrucción de los archivos en Bagdad, y la desaparición de casi todas las personas que pudieran recordar que había ocurrido casi treinta años antes, reconoció de pronto el proyecto tras asociarlo con la obras construidas en la calle Khulafa y erróneamente atribuidas a TAC.
El reconocimiento era casi imposible. Los bloques construidos, muy dañados por la guerra civil -un misil atravesó el sexto piso en una esquina del edificio- habían sido despojados de toda la ornamentación vaga pero intencionalmente islámica aplacada que servía para distinguir visualmente las funciones residenciales, administrativas y comerciales que el edificio cubría (o aquélla no fue nunca aplicada).
El bloque principal ha sido restaurado. Se la ha añadido cierta ornamentación, muy alejada del proyecto original, y construida con aplacados de aluminio chinos desafortunados. Otros bloques también fueron construidos, desnudados igualmente, con la piel taladrada de metralla porque la guerra civil con el Estado Islámico y el estallido de violencia en 2017 acontecieron justo enfrente de dichas construcciones, abandonados y hoy en manos de milicias chiitas pro iranís. El reconocimiento de los bloques, en este caso, es aún más difíciles. Los bloques parecen desvalijados, obras abandonadas o arruinadas.
Pero, al menos, se ha podido atribuir correctamente la autoría del mayor proyecto del estudio de Venturi, Scott Brown y Rauch.
Denise Scott Brown finalmente supo de la existencia de estos edificios en 2008. Pero quizá no sepa, y es mejor que no lo sepa, de la ornamentación con la que se aplaca y desfigura el bloque principal.
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