Tintín y los sumerios: no se trata del título de un álbum inédito de Hergé que se hubiera descubierto recientemente en los archivos.
Sin embargo, el arte sumerio no fue desconocido de Hergé. Esta lámina del álbum Tintín en el país del oro negro, inicialmente publicado por episodios a partir de 1939 en la revista belga Le Vingtième -apenas diez años tras el descubrimiento del tesoro de las tumbas reales de Ur, en lo que es hoy Iraq, por la misión Anglo-norteamericana dirigida por el británico Charles Leonard Woolley-, incluye dos viñetas que muestran, cada una, unas de las piezas sumerias más valiosas, un casco del rey Meskalamdug y un vaso de oro, procedentes de una de las tumbas de la primera mitad del tercer milenio aC., cuya fama rivalizó con la de Tutankhamon.
Ambas piezas pertenecen al malvado doctor Müller quien se hace pasar por un pacífico arqueólogo llamado el profesor Smith al servicio de una compañía de petróleo. La posesión de obras sumerias no extraña dado que la acción acontece en Iraq. Un minarete en Bagdad aparece en las viñetas.
Pese a que está entrada no descubre nada que no se hubiera dicho ya, los últimos trabajos sobre las fuentes de Hergé y su relación con el arte moderno y del pasado destacan las influencias egipcia, precolombina (amazónica e inca), China y Nepali, pero nada dicen de la presencia de estas obras maestras sumerias (hoy en el Museo Británico y en el Museo Nacional de Iraq) en un álbum, que tampoco se mencionan en la actual exposición dedicada a Hergé y su relación con el arte (que coleccionaba) en el Grand Palais en París.
qué bien que usted esté al tanto, ahora mismo comparto.
ResponderEliminarFeliz 17, profesor!
¡Muchas gracias!
EliminarY seguro que hallaríamos más influencias mirando detenidamente las viñetas
¡Feliz año!