miércoles, 6 de agosto de 2025

Vaguedad -y libertad

 Notas sueltas tras la lectura del Trabajo Final de Grado del estudiante de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, Roger Adell, sobre la tierra baldía (terrain vague, en francés), un tipo de espacio marginal pero recurrente en la urbe contemporánea, que ha dado lugar a diversas interpretaciones sobre su presencia, su significación y su simbolismo, 

Le agradezco la deferencia por permitir discutir sobre su estudio:

El verbo latino vaco aúna dos significados que eran sinónimos, pero que para nosotros dibujos dos imaginarios opuestos. Vaco es estar vacío. Pero también ser libre, libre de obligaciones, del peso o carga de las mismas, como si uno se sintiera vacío, casi desamparado, después de haber llevado a cabo el trabajo impuesto.

Esta doble dirección que apunta el verbo vaco está detrás del complejo, contradictorio en apariencia, imaginario del terreno baldío. 

Vago en castellano tiene dos significados: incierto, desdibujado, y dejado, poco trabajador, es decir, improductivo y, por tanto, asocial, lo que lleva a su repudio, su marginalización.

La palabra, sustantivo y adjetivo, tiene dos orígenes latinos:

Vacuus, que ha dado también vacío, con todo el imaginario asociado a la vaciedad: abandono, dejadez y, en último término, muerte.

Vago también viene de vagus, que ha dado vagar: de allí vagabundo, es decir, un ser errante, que no ha lugar, que no pertenece a ningún sitio ni se le permite asentarse. Una figura repudiada, condenada. 

La peor condena en la Grecia antigua -pena que Edipo se auto inflige tras lo que ha cometido- no era una condena a muerte, una muerte rápida, sino una muerte lenta: la condena al destierro, lo que implica que ninguna tierra está autorizada a acoger al condenado, que debe vagar el vida que le queda sin rumbo, sin tener adonde ir.

Vacuus, amén de vacío, también significa vacante. Es decir, libre o liberado (ambas palabras traducen el latín vacuus), liberado de la tutela o el yugo del centro. Del centro irradian los radios que mantienen el control sobre el territorio alrededor suyo.

Un terreno baldío escapa a las normas. Éstas no llegan, no se aplican, o son inútiles. 

Un terrain vague es un espacio de libertad donde todo puede acontecer. El principio de incertidumbre da sentido a este espacio que no se somete a ningún dictado, sino que asume una multiplicidad de significados. Un lugar donde todos pueden sentirse en casa, independientemente de las condiciones, deseos, limitaciones y servidumbres que cada uno asume o con las que cada uno carga.

Un terreno vago: poco claro, escasamente definido, dejado como un apunte, apenas compuesto en la tierra. No es un sueño, sino una aproximación a lo que se materializará, se conformará en la tierra

Se trata de un espacio descentrado. Por tanto, perdido, sin duda, escapado, pero también imprevisible,  donde no se puede dar nada por sentado. Un terreno donde caben todas las opciones, que se abre a todas las oportunidades. Donde todo es posible, donde nada está escrito ni legislado.

El verbo vagor, en latín -de ahí el adjetivo vagus- también contiene latente la noción de libertad. Si por un lado significa errar -ir dando tumbos sin un objetivo fijo, sin saber a dónde ir-, vagor también significa escapar al constreñimiento del ritmo. 

Las pautas, que regulan los movimientos, los movimientos acompasados -del bailarín y del militar- no han lugar. El movimiento no responde u obedece a nada. Es un movimiento respondón, que se encara con la presión del ritmo que impone ciertos gestos en detrimento de otros, considerados fuera del juego reglado.

El terrain vague, así, deviene un sueño, donde se proyectan los sueños de libertad y de dolce farniente, que es capaz a la sociedad productiva y codificada moderna. Un espacio, pues, al margen de cualquier consideración.


A  R. A.

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