El estatuto de las imágenes es complejo. Creemos que podemos reconocer una estatua, mas su naturaleza no está siempre clara. Así como consideramos que Leonardo de Vinci produjo un ingente cuerpo de dibujos anatómicos y de fenómenos naturales -nubes, cursos de agua, etc.-, que forman parte de lo más elevado de la historia del arte occidental, lo cierto es que para Leonardo dichos dibujos no eran obras de arte, sino esquemas científicos, apreciables no tanto por la belleza del trazo y de la composición, como por la precisión del esquema, su exacta correspondencia con lo estudiado, independientemente del trazo y la composición. En un dibujo científico se valora su exactitud, en uno artístico, en cambio, sus cualidades sensibles.
Clemente Susini fue un gran escultor tardo-barroco italiano. Se le conoce por un conjunto de casi dos mil esculturas de cera coloreada. Éstas, sin embargo, no se realizaron para el placer de los sentidos, sino para ser de utilidad para médicos, anatomistas y cirujanos, a fin que pudieran estudiar el cuerpo humano y su interior. Son obras propias del mundo de la ciencia.
Pero su disposición, a menudo, revela el conocimiento del arte cristiano, del dios cristiano agonizante o fallecido, de su madre en su último lecho, de santos y mártires torturados y mutilados. Se desprende un particular gusto barroco por la representación naturalista, detallada de la violencia, si bien, Susini utilizaba, obviamente, cadáveres como modelos.
¿Cómo juzgar estas estatuas? Ya no tienen interés científico, pero forman parte de la historia de la ciencia. Son obras de un escultor, y están influidas por modelos artísticos. ¿Son obras de arte? Amén de la utilidad médica que tuvieron, bien es cierto que pretendían llamar la atención con la representación de cuerpos mutilados, no muy distintos de la iconografía cristiana, mostrando la perfecta máquina humana, así como su condición orgánica que la piel camufla. Hoy, desde luego, estas efigies revelan un cierto gusto mórbido barroco, y una mirada atenta, curiosa, por la naturaleza, más propia de la ciencia. Serían posiblemente obras fronterizas, que miran hacia el arte y la ciencia, revelando la porosidad de los límites entre ambos universos que permiten descubrir el mundo que nos rodea y nos compone, una mirada que se vuelve hacia el cuerpo, obviando el alma -aunque los rostros y ciertas posiciones de los cuerpos denotan sentimientos, un dolor físico y quizá espiritual
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